La ósmosis inversa que se realiza en las desaladoras de las Islas Canarias elimina el 99 % de la sal del agua de mar. El resultado de este proceso es un agua muy «blanda» ya que tienen un contenido mínimo de minerales.
Este tipo de agua es extremadamente abrasiva y corrosiva ya que intenta recuperar los minerales que ha perdido obteniéndolos de los metales con los que entra en contacto.
Como resultado de este proceso se produce una degradación acelerada del termo, tuberías, griferías, bombas de agua, ánodos de sacrificio, electrodomésticos y el resto de elementos metálicos que entran en la cadena hídrica.
Debido a la corrosión los metales pesados se depositan en el agua y se acaban ingiriendo al cocinar incluidos en los procesos de cocción.